HURDAL, Noruega. -El gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC abrieron formalmente ayer en Noruega la negociación de paz que proseguirá a partir del 15 de noviembre en La Habana, con la intención de poner fin a un conflicto de casi medio siglo, pero sin un plazo ni un alto el fuego.
“Voceros del Gobierno de Colombia y de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Ejército del Pueblo, FARC – EP, acordamos la instalación pública de la mesa de conversaciones encargada de desarrollar el acuerdo general para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera”, dice el comunicado difundido en Hurdal, al norte de la capital noruega.
“De esta manera, se inicia formalmente la segunda fase” de las conversaciones, añade el texto, leído en español por un representante de Cuba y en inglés por uno de Noruega, países que ofician de garantes del diálogo. La primera fase se realizó en La Habana, en contactos secretos, y la segunda proseguirá el 15 de noviembre en la isla caribeña, entrando ya de lleno en el primero de los cinco puntos de la agenda pactada, sobre desarrollo agrario.
Los otros puntos son participación política, narcotráfico, desarme y derechos de las víctimas. Una tercera fase se iniciaría con la implementación de mecanismos de verificación de un eventual acuerdo final de paz, para el cual no hay plazos. Las delegaciones de ambas partes comparecieron juntas para la lectura del comunicado, en una señal clara de compromiso de diálogo, aunque no se estrecharon la mano y luego dieron ruedas de prensa separadas. El jefe negociador del gobierno, el exvicepresidente Humberto de la Calle, reconoció que las FARC habían “cumplido rigurosamente sus compromisos” y esperó que cesen su lucha armada.
Las negociaciones se llevarán a cabo sin un alto el fuego, reclamado por los insurgentes pero rechazado por el gobierno del presidente Juan Manuel Santos. “No se tratará el cese al fuego a no ser al final” del proceso, dijo De la Calle. Aunque no hay plazos, el gobierno quiere acelerar los resultados. “Trabajemos rápido, que es la mejor manera de evitar lo que está ocurriendo en Colombia”, dijo el representante gubernamental. El negociador de las FARC, Iván Márquez, insistió por su lado en que sin justicia social, la paz sería una “quimera”.
“Una paz que no aborde la solución de los problemas políticos y sociales (…) equivaldría a sembrar de quimeras el suelo de Colombia”, declaró. Por eso, rechaza la precipitación, “la pretendida paz exprés”.
La clave
Simón Trinidad
Las FARC insistieron en que quieren en la mesa de negociación al líder guerrillero Simón Trinidad, que purga una condena de 60 años de cárcel en EEUU. Pero el gobierno dejó claro que su presencia no está en discusión. En un acto simbólico, durante la intervención de Márquez, Marcos Calarcá, uno de los miembros de la delegación de las FARC, escribió a mano en un rótulo el nombre de Simón Trinidad y dejó su silla vacía. El gobierno dijo que no tiene el propósito de “catequizar a nadie” porque de lo que se trata es que las FARC puedan “exponer sus ideas sin el acompañamiento de las armas y, con plenas garantías para su transformación en una fuerza política desarmada”.
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